Japón está muy lejos en distancia y en manifestaciones culturales, pero todavía de esta forma nos llegaron muebles de su estilo de vida que están tan integrados en la nuestra que no nos planteamos su origen tan remoto.

Te hablo del biombo, una parte que en este momento pertenece a nuestro mobiliario pero que no hace tanto era un irreconocible.

El biombo surgió en China hace bastante más de dos mil años, a lo largo de la dinastía Han. Verdaderamente ellos lo denominaban “proteger del viento” y se encontraba compuesto por cuadros de madera o bastidores que soportaban sedas ricamente pintadas. En ellas comunmente daban a conocer leyendas antiguas o situaciones de naturaleza.

Pero fue Japón quien lo popularizó y por medio de quien llegó hasta nosotros. Luego de la revolución industrial y el apogeo del comercio comienza a aparecer el gusto y la admiración por lo oriental, sus lacas, textiles, sus técnicas de impresión, cerámica, esmaltes, … creando una corriente que demandaba exotismo como sinónimo de decoración, popular como Japonismo.

Biombos Antiguos

El biombo, más allá de que todavía es un elemento de división entre ambientes, ya no es así de forma tan rigurosa como lo era en la antigüedad, cuando separaba cuartos o estancias entre sí, y fué evolucionando por medio de los siglos. Las diferentes culturas que lo han que viene dentro como parte de su mobiliario lo han seguido utilizando como estandarte decorativo, pero adaptándolo al gusto de la etapa.

Esa versatilidad del biombo como sustento decorativo es lo que me resulta más atrayente.

El biombo, colocado en un espacio aparente de la vivienda puede trabajar como expositor para exhibir un collage de telas, ilustraciones o tus propias imágenes.

Imagínate, entre otras cosas, que hiciste un viaje con unos amigos y dentro de nada van a venir a visitarte. Para proporcionarles la bienvenida puedes imprimir algunas imágenes de tu viaje juntos y colocarlas en el biombo como si se tratara de una exposición, ¡menuda sorpresa les vas a dar!

También lo puedes utilizar como cabecero o como de adelante para ofrecer vida a alguna pared vacía.

Existen biombos de todas las dimensiones, hay desde un único panel hasta de diez, usados para salas de convenciones, exposiciones y actos en salas considerables.

Os muestro una selección de algunos que encontré por la red, con diferentes opciones.

Ah, el último, elaborado desde unas viejas puertas de armario, ha salido de mi taller y lo tienes utilizable en la tienda. Tiene una decoración romántica y un poco afrancesada, rindiendo tributo a los primeros coleccionistas de arte japonés que surgieron en Francia y que fueron los que usaron por primera oportunidad el término japonismo.

En esta primera imagen el pintor, James Tissot, plasma esa curiosidad de la sociedad francesa de mediados del S.XIX por la pintura de Japón que adorna un biombo.